domingo, 20 de marzo de 2011

Capitulo 37: Tus Cinco Años.

"Tus Cinco Años" es un solo capitulo, pero esta separado en tres partes. El subtitulo aclara quien narra esa parte.


Tus Cinco Años



Por Emily…

            Ya han pasado cinco años. Salí de mi habitación como cada noche a cazar. Quería poder llenarme de sangre y en realidad olvidar que necesito a Franco cada vez más. Me sentía más que extraña esta noche. Sentía como una presencia estaba mirándome aunque sabía que nadie estaba cerca de mí. Camine lentamente por el bosque por fin dejándome llevar por el sentimiento del viento, del olvido. No pensando, solo sintiendo la sed y los instintos que me llevaran a saciarla. Un aroma tan distinto estaba en el bosque, lo aromatizaba todo y me hacia sentir con la emoción a flor de piel. Estaba ansiosa por encontrar lo que producía ese olor. Era felicidad intensa, tanto que dolía. “Vamos por ella” pensé. Si, iba por la felicidad que tenia el bosque, por la ternura que me producía saber que había algo que no había descubierto hasta ahora. Cada paso me hacia sentir mejor, mas llena, iba borrando cada día malo que había pasado y me traía lindos recuerdos; Isabella, Stephanie y todos lo momentos lindo con las personas importantes. También recordé a mis padres y mi hermana biológicas, era tan real el sentimiento que casi los llamo en voz alta, pero cuando lo iba a hacer el recuerdo se esfumo dando paso a cuando cambie de forma, cuando deje de ser humana…
“Tenia oficialmente 17 años. Las flores decoraban el parque con cierta gracia. Sophia, mi hermana pequeña de sangre, corría y de vez en cuando caía en el pasto con ternura. Reíamos juntas. Nuestros padres estaban atrás, abrazados, mirándonos con amor. Éramos un orgullo para ellos. Una familia de alta clase en el año 1496, una familia normal que paseaba por el parque que estaba en su patio trasero. Sophia se había caído una vez mas y su vestido celeste se mancho con el verde. Volvimos a reír y mi hermana tuvo la intención de botarme para que mi vestido lila también se ensuciara, pero no lo consiguió. Corrimos hasta que nos cansamos y luego nos tiramos arriba de las flores para descansar y ver el cielo y el sol que presenciaba el amor de nuestra familia. Esa era la última vez que vería el sol junto a mis padres y Sophia. Todo fue rápido, no recuerdo bien, pero de la nada aparecieron tipos con armas que apuntaron a mis padres. No alcance a escuchar lo que les preguntaron, pero sin poder hacer nada, les dispararon. Juntos cayeron al suelo. De repente Sophia ya no estaba en mis brazos y un tipo la despojaba de su vestido celeste con verde. Grite su nombre pero alguien me tenía sujeta y mis gritos se apagaron junto con la respiración de mi hermana. Llore y pedí que me soltaran, pero tan solo sentí el disparo cerca de mi estomago. Me dolió mucho, pero no quise gritar porque sentí como mi hermana respiraba aun y no quería asustarla. Pasaron los minutos y mi hermana lentamente abrió los ojos, me miro desconcertada y luego miro a nuestros padres; estaban abrazados tirados en el suelo cubiertos de sangre. Sophia lloro desconsolada, me miro con ternura para luego cerrar los ojos y respirar por ultima vez. Jamás había sentido un dolor así, ni siquiera el disparo podía hacerme sentir tan mal. Grite su nombre, pero no respondía. Y empecé a llorar, quería morir rápido y poder juntarme con mi hermana y mis padres. Pero la muerte no venia. El cielo se empezó a oscurecer, las nubes lo cubrían, pero raramente quede cegada por el brillo de no se que cosa… una persona venia hacia mi, temí porque pudiera hacerme mas daño.
-Tranquila- susurro un hombre. Su voz la conocía. Era Franco, el nuevo chico que había llegado. No supe mucho del, pero ahora se volvía un gran salvador. Estaba a punto de pedirle que me matara cuando hizo algo mucho peor; se acerco y me mordió en el cuello. Era terrible, me quemaba, el fuego se sentía por todo mi cuerpo. No recuerdo bien si pasaron dos o tres días, pero cuando termino el dolor, estaba acostada en mi dormitorio con Franco a mi lado mirándome y también había una pareja recostada en la puerta. Me senté y vi como a Franco se le iba la preocupación y como la pareja me miraba con suficiencia. Luego una chica entro a la habitación, tenia el pelo completamente negro y sus ondas caían suavemente, me recordaba a Sophia. Luego supe que ella tenía ese nombre… así nos hicimos pasar por hermanas hasta que Sophia se enamoro y se fue de mi lado. Yo… me fui con Franco y con la pareja siniestra”
Sacudí la cabeza, eran Francisca y Arturo. Y Franco… mi Franco me había salvado de la muerte, pero también me había provocado el mayor dolor; no ser correspondida. Sin embargo, era por eso que me empeñaba en salvarlo porque el me había salvado a mi. Camine sin darme cuenta hacia donde me dirigía, me encontraba casi al limite del bosque y ahí estaba… sentado hermosamente; Franco.
-Estas caminando hacia acá muy lento, Emily- me dijo. Su pelo rubio se movía lentamente con la brisa de forma cadenciosa. Sus ojos estaban oscuros, casi negros pero seguían siendo completamente hermosos.
-Si, problema mío- conteste a la defensiva y luego no se como, pero me desquite de todo el dolor, le dije toda la verdad: -¿Cómo pudiste?, ¿para que lo hiciste?, ¿por qué me salvaste si me ibas a dejar enamorada de ti? No puedo creer que me hayas dado la vida eterna para no poder pasarla feliz, sino enamorada de ti sin remedio. Di mucho por ti, tantas veces. Tú sabes que Francisca mil veces te ha amenazado para usar mi conocimiento, pero a ti no te importa. Claro, solo te importa la estupida de Francisca. Ella no te quiere, ¿lo sabes? Ella esta enamorada de Tobías. Lo que sientes porque ella no te toma en cuenta siento yo porque tú no me quieres de la forma que yo lo hago. Te amo, Franco, de verdad te amo, pero no se que hacer para que algo funcione entre nosotros- solté respirando agitadamente, no había tomado el suficiente aire para el discurso que había dado. Había caminado de un lado a otro moviendo los brazos para decirle lo que por siglos le oculte. Franco me miraba confundido, en segundos llego a mi lado.
-Emily… ¿Por qué crees que te salve?- me pregunto, frente de mí. Encogí los hombros, jamás lo había sabido, era uno de los misterios más grandes para mí. ¿Por qué no se limito a dejarme morir?, ¿por qué no se limito a matarme con beber mi sangre? Agradezco que me haya salvado porque pude conocer a gente maravillosa, pero también lo lamento… estaba condenada a estar enamorada de alguien que no me quería. Franco se acerco, tomo mi cintura y me acerco a él. –Te amo, Emily. Pero todavía tengo sentimientos por Francisca y no creo que te merezcas a alguien a medias- murmuro cerca de mi rostro. Me quede congelada, jamás pensé que Franco me diría eso. Estaba preparada para que me mandara al infierno, pero no para que me dijera que me amaba y que creía que no era buena para mí…
-Eres justamente lo que merezco- le susurre. Franco sonrió y luego me beso tiernamente. Dio paso a que mi corazón se reventara de emoción… tantos siglos esperando por esto. Por fin estaba todo balanceado; si, había sido terrible ver como mis padres y mi hermana morían, pero estaba compensado por haber conocido a mi hermana vampiro Sophia, mis mejores amigos y amigas y ahora… por Franco. Algo bueno saque de estos cinco años.

Por Stephanie…


Ya han pasado cinco años. Llego el día en el que Cristóbal decidió irse. Lo vi arreglar sus cosas, después de haber hablado con su hija que en algunos días cumple ocho años. Cristóbal esta muy tranquilo, se le nota y también se ve radiante. Sin embargo aquí estoy yo, sentada cerca del río del bosque mirando el amanecer y tratando de encontrar la fuerza para despedirlo. ¿Cómo? Si la razón porque la que he estado bien estos cinco años ha sido él aunque me haya dicho que… ya no me ama. Isabella me ha llamado para saber como estoy hace algunas horas, pero le mentí. No podía decirle que moría porque él me eligiera, no podía ser tan egoísta. Él quiso su futuro junto a su hija y Daniela, ni yo ni nadie podía hacer algo para que eso cambiara. El sol sigue subiendo lentamente y sigo pensando en como lo voy a despedir. Si tan solo pensar que esta a punto de marcharse me provoca tanto dolor que apenas puedo soportarlo. Me duele la zona del pecho, el estomago esta apretado intentando que yo no gimotee. Mis manos están cerradas en un puño para no poder hacerme algo y hacerle algo al pobre bosque. ¡Como duele! Es tan intenso. Siento que el mundo se me viene debajo de nuevo y no se como levantarlo, ahora si que no se como levantarlo, me aplasta, me ahoga y no puedo hacer nada por detenerlo. Estoy en un ovillo tratando de aplacar el dolor, intentando protegerme de algo que esta dentro de mí, de algo que jamás podré sacar. ¿Cómo voy a empezar de nuevo? Yo ya no puedo, ya agote todas las fuerzas que me quedaban para sobrevivir cuando pensé que estaba muerto, ahora no me queda nada. Solo quiero dejar de sentir esto por él porque me mata, me carcome. Tratando de respirar me levanto para adentrarme en el bosque y cazar algo. No podía correr, las piernas estaban casi temblorosas y la necesidad de gritar era horrible. Lo amaba, siempre lo hice, lo hago y lo haré. Lo que paso con Tobías no fue nada, esa fue Valeria… pero yo, Stephanie Dawnther amo a Cristóbal Hadsome. Temblé, esperando a que Valeria dijera algo y luego me di cuenta que jamás la oiría de nuevo, ahora somos una. Completamente una, así que la teoría de que lo que paso con Tobías fue por Valeria queda desechada. Me caí al suelo no soportando mi propio peso. Tire la cabeza hacia tras y sollozo involuntario salio de mi boca. Me estremecí pensando en que alguien me pudiera ver, no quería publico para este dolor. Ya no necesitaba que alguien me dijera que tenía que superar esto.
-Stephanie…- susurro. Y si, era él.
-Cristóbal- me las arregle para decir. Pero la voz me salio tan dolida. Él me miro y despacio se acerco a mí y antes que pudiera llegar muy lejos había algo que tenia que hacer: -Ya estas listo, ¿no? Viniste a despedirte- le dije y Cristóbal me abrazo. Apareció de la nada y me apretó contra él. Su boca estaba en mi cuello y me decía suavecito que me quería. Tuve que reunir el valor y la fuerza de voluntad para alejarlo y por fin ser sincera, evitar que él me produjera el tabú y el dolor de decir las cosas por su nombre.
-¿Qué te esta pasando, Stephanie?, ¿Acaso ya no sientes nada por mi?- me dijo cuando me aleje de él con cierto remordimiento.
-¿Tú eres estupido? Yo te amo, pero tú eres él que se va con otra- le conteste ciega por el dolor. Por la mierda, cuantas veces me jure que no sentiría más dolor y lo siento, lo siento ahora como lo había sentido la primera vez que lo perdí. ¿Por qué fui ese día? Estoy pagando demasiado alto por ese error y ahora no hay nada para volver a atrás, esta todo hecho. Cristóbal me miro furioso.
-Tengo una hija, Stephanie- se excuso. Sonreí irónicamente, eso yo ya lo sabía, no tenia porque repetirlo.
-Lo se, sabia eso desde hace casi seis años. Pero, seamos sinceros, tú me avisaste de que ya no me amabas, entonces ¿por qué sigues con esto?, ¿tanta lastima te doy?- le eché en cara. Cristóbal me miro incrédulo, no podía creer lo que le decía, pero era cierto. Él me dijo con todas sus letras que no me amaba, que ya no lo hacia y cuando llegue a casa él le declaraba su amor a mi mejor amiga… mi ex mejor amiga.
-Jamás me has dado lastima, pero las cosas ya no son iguales- susurro. No sabia si aceptar eso, era obvio que las cosas no eran iguales, pero ¿podían dejar de empeorar? Era una suplica, sino iba a morir del dolor. Suspire y mire hacia otro lado. No podía dejar que esto llegara más lejos…
-Vete- le pedí. Cristóbal se acerco a mí y me estremecí. No quería que él se acercara para que arruinase mi autocontrol y cordura. Sabia que Valeria me estaba dando la fuerza para dejarlo ir. Cristóbal seguía acercándose. –Vete...- le volví a pedir.
-Stephanie, por favor… eres mi primer amor- confeso. Reí con tristeza. Me di la fuerza y lo mire a la cara.
-Cristóbal, la pase muy mal cuando creí que habías muerto. Ahora no se si sea capaz de volver a levantarme y seguir con la vida, pero entre mas luego te vayas, mas tiempo tendré para intentarlo- decía y la ultima frase era la que me sentenciaría a lo que menos quería; perderlo. –Si algo me quieres todavía… vete, por favor, vete-. Cristóbal no lo pensó dos veces, rápidamente se acerco a mí y tomando mi cara casi con furia me beso en la boca haciendo pedazos mi autocontrol. Me entregue al beso completamente, al cabo de unos minutos él me soltó y con mi cara entre sus manos pronuncio su adiós:
-Me gustaría que las cosas fueran diferentes, pero hay alguien que me necesita y no me refiero a Daniela… Te quiero, Stephanie… no sabes cuanto. Adiós-. Y me dejo, él echo a correr adentrándose al bosque. Pero antes de perderse por completo, completó su despedida: -Todavía te amo, Stephanie Dawnther-. Me pareció un deja vú. De nuevo cuando me dejaba me decía que me amaba. No iba a caer de nuevo sola, no, ahora tenia la fuerza de dos personas dentro de mi y además tenia el apoyo de mi hermana y mis amigos. Corrí en la dirección contraria que Cristóbal… corrí hacia donde estaba Isabella, pasaría unos días con ella para que pudiera, por lo menos, soportar el sufrimiento de perder a lo que le habia dado color a la vida... el sufrimiento de perderlo.



Por Cristóbal…


            Estaba llenando cada bolso con la ropa que me había dado José Tomas cuando decidí que seria bueno hablar con mi hija una vez mas antes de subirme al avión para verla… mi niña cumpliría ocho años y me sentía tan culpable de haberme perdido casi seis años de su vida, pero al recompensaría tremendamente ahora. Sabía que mi vida estaría limitada a pasarla en la casa cuando hiciera mucho sol, pero no era problema; los días que llegaba el sol a “Las Parcelas” eran contados. Marque el numero y después de dos tonos mi Anais contestó.
-Hola, papá- me saludo alegre. Siempre con su tono de voz tan particular, tan hermoso. La extrañaba tanto.
-Hola, Anais. ¿Cómo estas hoy?- le pregunte ansioso por saber como había estado desde que despertó. Aunque no eran muchas horas… ¿Qué horas serian?
-Papá, es temprano. De hecho me has despertado- contesto. Claro, era raro acostumbrarme a que mi hija dormía.
-Cierto-. Anais se rió por mi tontera, pero fue tan dichoso como cuando tenía dos años. Todavía recordaba como su ponía su boca cuando sonreía de esa forma. –Hoy me voy a Chile, amor- le recordé.
-¡SI LO SE!- grito. Supe que casi se cae de la cama porque escuche el sonido de su palma contra el velador o algo así.
-Cuidado, cariño- le advertí. Ella volvió a reír.
-Hoy nos veremos, entonces- se despedía.
-Si, hoy en la noche, supongo- conteste inseguro. No recordaba cuantas horas podían ser, ya que definitivamente eran más horas de las que demoramos cuando vinimos con Isabella.
-Bueno, te quiero mucho- me dijo mi hija.
-Te quiero mucho también- le conteste y luego corte. Estaba feliz por poder ver a mi hija en tan solo horas. Era la emoción más grande que había tenido. Había terminado de arreglar los bolsos cuando vi a Grace pasar por fuera de mi habitación. Iba en dirección a Tobías. Salí para ver que pasaba. Solo pude escuchar como Grace preguntaba donde estaba Stephanie y a Tobías contestar que esto era mi culpa. Si, lo era, pero tenía que irme. Por Anais y Daniela tenia que irme. Entre de nuevo a mi pieza vacilando, quería ir ver que Stephanie estaba bien y… despedirme de ella. Deje mis cosas en el living de la casa y fui en busca de mi querida. Busque algunos minutos hasta encontrar su aroma y escuchar su sollozo, fue tan terrible que quise tenerla entre mis brazos y borrarle toda agonía que tuviera, pero tan solo pronuncie su nombre.
-Stephanie- le susurre. Ella se irguió rápidamente para decir con dolor mi nombre.
-Cristóbal-. Sentí como estaba insegura buscando alguna idea en su cabeza, pero me sorprendió con su pequeño discurso: - Ya estas listo, ¿no? Viniste a despedirte-. Pararon todos los pensamientos que tenia en la cabeza para pensar en el dolor que le producía, me acerque rápidamente a ella y con suaves besos llene su cuello. Ella era tan dulce, tan linda. Y sabía que era mía, aunque yo me iba con otra. Stephanie se debatia entre seguir con mi juego o mandarme a la mierda, se decidió por lo ultimo y se separo de mi.
-¿Qué te esta pasando, Stephanie?, ¿Acaso ya no sientes nada por mi?- le pregunte desconsolado. ¿Por qué todavía estaba tan enamorado de ella? Se sentía extraño que ella me rechazara que no pude evitar preguntarle todo.
-¿Tú eres estupido? Yo te amo, pero tú eres él que se va con otra- me respondió airada. Por lo menos me confeso que todavía me amaba, eso era algo. Pero me dedique a pensar en mi hija. Anais no tenia culpa de nada y no iba a pagar por mis errores. Me llene de un furia tan grande que veía todo rojo. Stephanie no entendía nada.
-Tengo una hija, Stephanie- le declare, pero sonó como excusa. Ella rió, pero se notaba que no era una risa de felicidad. La ironía tenía a su voz como una presa.
-Lo se, sabia eso desde hace casi seis años. Pero, seamos sinceros, tú me avisaste de que ya no me amabas, entonces ¿por qué sigues con esto?, ¿tanta lastima te doy?- murmuro iracunda. ¿Cómo podía pensar que ella me daba lastima? Todavía la amaba con pasión, pero no podía dejar que eso se notara, necesitaba que Stephanie creyera que la había olvidado aunque me partiera el alma.
-Jamás me has dado lastima, pero las cosas ya no son iguales- le susurre. Era imposible como le mentía de nuevo, nada había cambiado. ¿Por qué ella no se daba cuenta?, ¿tanto ya la había dañado que Steffi juraba que ya todo era distinto?
-Vete- me suplico. Pero no quería, yo no la dejaría ahora. Me iba acercando lentamente hacia ella, la tendría entre mis brazos y le diría toda la verdad, que esto es sobre Anais y que jamás la deje de amar, pero ella se estremecía y quería alejarse sin la voluntad, su cuerpo quería otra cosa. –Vete- volvió a pedir. No quería porque si ella sufría todo seria negro para mi vida.
-Stephanie, por favor… eres mi primer amor- le dije con la intención de que se calmara, pero ella solo rió triste nuevamente.
-Cristóbal, la pase muy mal cuando creí que habías muerto. Ahora no se si sea capaz de volver a levantarme y seguir con la vida, pero entre mas luego te vayas, mas tiempo tendré para intentarlo- me decía con la fuerza que sacaba no se de adonde, a mi me partía el alma dejarla, pero ella ahora se veía entera. Después, Stephanie me dejo sin aliento: –Si algo me quieres todavía… vete, por favor, vete-. No lo dude, necesitaba tenerla cerca. Cuando estaba lo suficientemente cerca, tome su rostro y la bese con pasión. ¡Como se derretía en mí! Era delicioso saber que la ponía de esa manera. La quería tanto aun, como extrañaba su boca. Termine de besarla y su rostro quedo en mi manos. Tenía que despedirla, pero me dolía y no quería que esto quedara así. Mi cabeza se inundo con la voz de mi hija y le dije adiós a Stephanie… siendo, por fin, sincero.
-Me gustaría que las cosas fueran diferentes, pero hay alguien que me necesita y no me refiero a Daniela… Te quiero, Stephanie… no sabes cuanto. Adiós-. Corrí hacia el bosque para alejarme de ella y que pudiera empezar como había prometido. Sin embargo, no había dicho toda la verdad aun: -Todavía te amo, Stephanie Dawnther-. Fue la última vez que le hable ese día. Corrí hacia la casa para tomar mis cosas e irme al aeropuerto porque ya se hacia tarde. Solo sentí cuando Stephanie empezó a correr, tuve la esperanza de que viniera a mí. No, ella iba en dirección contraria. Donde Isabella, quizás.
Llegue a la casa y Grace, José Tomas y Tobías estaban afuera esperándome.
-¿Y Stephanie?- me pregunto furioso el idiota de Tobías. Aun lo odiaba porque él quería a Stephanie, pero ya no debía molestarme, después de todo… yo me iba.
-Creo que fue con Isabella- le respondí. Tobías corrió de inmediato donde ella. ¡Que ganas de ser él!
-¿Estas listo? Te llevaremos- me dijo Grace con preocupación. Ella pensaba en mi querida.
-Lo estoy- susurre casi inaudible. José Tomas entendió cuanto me había costado dejar a mi único amor. Miro a Grace y con eso le pidió que se fuera. Grace nos dejo solos.
-Lo siento- me dijo José Tomas.
-Gracias, JT- le respondí. No tenía ganas de decir nada más. Nos subimos al auto, en poco minutos llegamos al aeropuerto. Estaba nublado así que entramos sin mas. Mi vuelo salía en media hora. Había llegado más que atrasado. Fui a dejar mis cosas donde debía y volví donde José Tomas. Él me esperaba algo inquieto.
-Cuidare de Steffi- me prometió.
-Con tu vida… y por favor… cuando la veas dile que la amo con todo mi ser- le pedí. Él acepto. Se estaba acabando el tiempo y pensar en mi querida me hizo sentir miserable. Cuanto daño le hacia, eso era obvio. La amaba todavía. La necesitaba, pero la necesidad de Anais también era fuerte. Todavía me quedaban veinte minutos… y no sabia que hacer…




No hay comentarios:

Publicar un comentario