viernes, 4 de marzo de 2011

Capitulo 11: La Culpa

La Culpa

-Tobías... quédate donde estas- le advertí cuando se paró para retenerme. Él no me hizo caso y me sentí tan mal. Me abrazo, pero no pude impedir que la rabia hiciera de las suyas, con un certero golpe tire a Tobías hacia la pared y esta se trizo. Ya nada me importaba, ni la gente del lado o si descubrían algo. ¿Qué sentido podía tener ahora? Que los Volturis vinieran por mi seria algo que agradecería, por lo menos era menos doloroso que esto que sentía.
-No, Stephanie. Por favor...- rogó Tobías.
-NO ME HABLES, MALDITO- grite y él se sorprendió al ver mi furia. Retrocedió instintivamente pero luego se acerco a mí susurrando que me amaba. -¿Así que me amas? Linda forma de demostrarlo...- le dije con la voz casi rompiéndose. Pensé que si hubiera sido un poco mas vulnerable o débil físicamente ya hubiera encontrado la forma de suicidarme... ¿suicidarme?, ¿a ese grado llegaba el sufrimiento que estaba pasando?, ¿a hacerme daño yo misma? Estaba mal... de todas formas la muerte física con la que acababa de sufrir no eran muy distintas, incluso creo que la que estaba sufriendo dolía mas. Él se estremeció con mis últimas palabras y volvió a susurrar que me amaba. Con un rápido movimiento, tome su cuello y lo levante para dejarlo caer. Él ni siquiera se opuso, debía sentirse culpable... por arrebatarme lo que era la felicidad, la única felicidad que había tenido en la existencia, incluyendo la humana, estaba segura.
-Tobías... eres lo peor que conozco- afirme intentando que la voz sonara con el mismo convencimiento. Él abrió los ojos adolorido y sorprendido. Bajo la vista y apretó los puños, emitió un gemido de dolor y dejo de respirar. –Si, así se siente que la persona que amas... te deje, incluso más. Vive con eso...- susurre. ¿Cómo la voz podía salirme tan furiosa y entera, si estaba muriendo por dentro? Tobías se quedo en el departamento y yo quise ir a buscar a Cristóbal... él me amaba y si yo le aclaraba la muerte de su hermana sabia que a lo mejor... él podría perdonarme por existir. Corrí sin temor que algún humano me viera, incluso hubiera sido divertido que alguno lo hiciera, pero para mi mala suerte nadie estaba en las calles. ¿Qué horas eran? Aproximadamente las doce de la noche. ¿Tantas horas había pasado? Era imposible, excepto porque era verdad. Llegue a su casa y pensé que las luces estarían apagadas, pero no... Me sorprendí e incluso entre todo lo mal que lo estaba pasando pude razonar sobre que había pasado. Quizás, Cristóbal... le había dicho a su familia sobre al existencia de vampiros y... la relación que guarda con la muerte de su hermana. Me acerque sigilosamente y pude ver algo mas... muchos humanos alrededor... ¿de que? Me acerque mas aun... y ahí se rompió lo poco que me quedaba... el dolor ya era insoportable, caí al suelo en medio de la acera y empecé a agitarme... ¿cómo?, ¿cuándo? Y, ¿efectivamente era él? No pude pensar en más posibilidades cuando vi su auto fuera de la casa. Sentía que me estaba muriendo realmente, ¿podía ser eso posible?
-No...- gemí y se me quebró la voz en la ultima silaba. ¿Cómo podía estar tan feliz y de un minuto a otro estar muriéndome? Me sentía tan vacía que es difícil de describir a que magnitud me sentía muerta. Yo no tenia derecho a ser, le cause dolor a la persona que debía estar feliz y viva... ahora debía estar vivo, Cristóbal debía estar vivo... pero yo aparecí y le quite esa posibilidad...
Ese funeral en el que se velaban a dos cuerpos era lo más doloroso que había sentido en la vida y mas aun porque uno era... no pude pensar en el nombre, la muerte mía era un placer al lado de este dolor. Necesitaba asegurarme, lo necesitaba con ferocidad. Que él estuviera vivo, eso era solo lo que pedía. Y casi por suerte vi salir a alguien de la casa llorando pero intentando calmarse. Me pare por instinto y me acerque a ella, sin temor si la asustaría o no. Pero me di cuenta que ella estaba tan acongojada que ni el miedo la sacaba de su estado.
-¿Qué paso?- pregunte en un susurro que dudo que me escuchara, pero lo hizo o a lo mejor mi cara lo preguntaba a gritos.
-Hubo un choque...- me respondió ella con la voz quebrada. Trague la saliva, pero todo se me volvió complicado, incluso respirar aunque no lo necesitara.
-¿Quién?- pregunte mirando adentro de la casa. Ella me miro y luego soltó un sollozo.
-Elena y su hijo menor- respondió. La madre de Cristóbal con... él. “No, eso es imposible” pensé. La chica empezó a llorar desconsolada y fuerte. Yo estaba ahí parada sin saber bien porque no me moría o caía inconciente... “Yo no soy humana” pensé al mismo tiempo que apretaba el puño con mucha fuerza. ¿Qué clase de persona era?, ¿por qué existía? No tenia derecho, solo cause la muerte de tres personas; Elena, Cristóbal y... la mía. Cause mi propia muerte. Ladee mi cabeza con la boca abierta y los ojos desorientados todavía y me pregunte porque pensé en su nombre tan fácilmente y mientras lo hacia mi cuerpo me respondió, el dolor venia pero andaba un poco lento. Y luego me aturdí. No sentí nada, ni siquiera los brazos de la chica que me dijo lo que mas temía intentando pararme del suelo. Intentaba buscar la palabra que definía perfectamente como me sentía, pero el aturdimiento no me dejaba. Solo pude sentir cuando mis músculos reaccionaron al peligro cuando los humanos empezaron a salir para ver que pasaba, el porque de los gritos de la chica. Corrí velozmente hasta el bosque y no me importo que ella se hubiera espantado. Corrí, solo corrí intentando apartarme del aturdimiento o mas aun de dolor que lo sentía igualmente. Hasta que pare y caí, nuevamente. El pasto estaba mojado y aunque odiara mojarme me daba exactamente lo mismo. El aturdimiento todavía estaba en mí, no dejándome tragar ni respirar. Cuando por fin conseguí dar un pequeño respiro sentí que el aire estaba pesado, muerto tanto como yo lo estaba. Y así el aturdimiento me dejaba... y pude sentir el dolor con la mayor intensidad posible. Ahora la que se quemaba viva era yo y no Tobías. Me encogí y me volví una pequeña bola, intentando protegerme pero eso no era suficiente porque el dolor estaba dentro de mi y no fuera, lo externo era insignificante para lo que sentía dentro, me quemaba y peor aun porque no lo hacia con la intensidad de un incendio sino con la intensidad de tres incendios, de tres muertes. No quise abrir la boca porque en cuanto lo hiciera gritaría rogando porque me matasen... “Aunque que muriera no seria tan mala idea” pensé un poco satisfecha. Si morir me quitaba todo este peso de encima, lo acepto con gusto. El peso era tan grande que dudaba que lo pudiera resistir unos segundos mas, pronto terminaría aplastada por el destino que habían tomado las cosas, aplastada por mis propios hechos. Me sentía tan miserable porque todo era mi culpa. Pensé en como hubiera sido la vida de Cristóbal si yo no hubiera aparecido; si no me equivoco ahora estaría durmiendo en paz y cuando fuera mas grande hubiera hallado al amor de su vida o a lo mejor ya lo hubiera hecho... Tuve que parar de pensar en eso porque dolía con la misma fuerza que me aplastaban las consecuencias de mis actos. Abrí la boca y proferí un gemido que podría haber despertado y matado de un susto a cualquiera... matado...
Cerré los ojos y solloce con una intensidad difícil de creer, eso era lo único que podía hacer; sollozar. Apreté mis puños nuevamente intentando dañarme de alguna forma... ¿a que grado había llegado? Y empecé a dejar que mi mente se fuera de mi y esta se lleno en los recuerdos... ¿por qué en los recuerdos?,  ¿acaso no sabia que  luego sufriría? Acaricie cada momento que reviví en la mente, intentando no hacerlo tan claramente para que luego no doliera tanto. Pero cuando la mente volvió a mi, me di cuenta que los intentos para que el dolor no fuera mucho eran tontos, dolía de igual forma como lo hacían en el departamento.
La vida no podía ser tan injusta o... a lo mejor, quizás estaba siendo justa... a lo mejor yo no tenia derecho a ser feliz y los meses que pase con él habían sido realmente radiantes, como nunca en la vida. Ahora debía pagar por eso. Sentir que la magnitud del dolor era casi tan grande como la felicidad que sentía con él me dio la razón. La vida debía estar vengándose de mí...
Y luego lo entendí, pude ver con la claridad que antes no lo hacia... yo me sentía incompleta... sin él yo estaba incompleta. Mi ser no era suficiente para llenar cada espacio vacío de mi cuerpo ni ahora ni nunca. Jamás seria lo demasiado buena para llenarme cada hueco de mi ser por mi misma.
Incompleta...
Me paré porque sentí que alguien venia por mi, ¿Quién podría ser? Y luego recordé que no quería saberlo y tampoco me interesaba. Corrí lo mas rápido que había intentando en la vida y llegue a un lugar desconocido, creo que metros tras había leído que era el final de “Las Parcelas”, pero ¿qué importaba ahora?, ¿qué sentido tenia para mi ahora? Ninguno, porque ya nada tenia sentido.
En los momentos que me preguntaba porque existía toda esta clase de magia negra terrorífica dándonos vida a nosotros siempre creí que seria para algo bueno, o de eso me convencía para no sentirme tan miserable, pero ¿para que seguir mintiéndote? Mi existencia no tenía razón ni lógica, ni pies ni cabeza. Algo que... no puede ser. Quizás no todos, pero por mi parte tenia claro que no pertenecía a los que están para mejorarle la vida a alguien, sino para robarle la vida a esos alguien. Cada desprecio a mi misma era más doloroso que el anterior, pero los necesitaba, los merecía. Ni siquiera Tobías pudo sentir el pequeño indicio del gran dolor que estaba sintiendo yo... pero luego medite... la cara de dolor cuando le dije que había sido lo peor que había conocido fue tan grande que a lo mejor sintió levemente lo que yo. Esto me hizo sonreír por un segundo. Sabia que no tendría porque estar pensando en Tobías, pero al hacerlo me calmaba un poco el peso que tenía encima y luego reaccione... el peso no había disminuido solo se había agachado para dar un impulso más grande. Lo sentí, aplastante como antes e incluso más. No podía resistirlo, esto ya era demasiado. Pero la felicidad con él había sido demasiada así que todavía me faltaba sufrir mas... ¿lo soportaría?
Fácil respuesta; no... jamás lo superaría...

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