viernes, 4 de marzo de 2011

Capitulo 10: El Final

El Final

-Hola- salude intentando darle confianza, pero no lo conseguí. Entre y él retrocedió unos pasos para que el espacio entre los dos aumentara. La punzada en el estomago me volvió y ahora tomo mi corazón. Cristóbal tenía un leve temblor y no podía controlarlo. Me sentí culpable por existir. Fuera como fuera que yo me haya convertido no debió suceder... yo no debía vivir para asustarlo, él no se lo merecía...
-Vampiros Dawnther- susurro. Quise dar un paso en su dirección pero cuando él se percato de mis intenciones, hablo: -No, por favor...- suplico. Me sentía tan mal, ¿cómo él podía creer que yo le haría daño? Jamás se me había pasado por la mente hacerlo sentir algún tipo de sufrimiento, primero muerta. Aunque... parece que ya era tarde.
-Tobías te contó todo, cierto?- dije constatando un hecho. Asintió y me retorcí en el dolor.
-Stephanie... yo...- empezó a hablar y sabia lo que se venia frente a mi. Quise poder evitarlo, poder ser humana y si no había posibilidad de lo anterior no haberme convertido, desee que haber muerto el día en que me convertí.
-Cristóbal... yo no soy mala- dije en un intento perdido de retenerlo conmigo.
-No es que tú seas mala, pero yo no soy... lo demasiado... fuerte... para... enfrentar lo que tú... eres- dijo con estremecimientos. Me puse rígida y la punzada que solo había tenido mi corazón y mi estomago envolvió todo mi ser...
-Cristóbal...- susurre bajando la cabeza y poniéndola entre mis manos. La impotencia de no poder ser normal se volvió incontrolable.
-Además... mi hermana, Stephanie. ¿Cómo pudiste?- pregunto llorando. “¿Qué?, ¿Su hermana?” pensé confundida.
-Cristóbal, yo no lo hice nada a tu hermana...- aclare. Pero el movió la cabeza negando lo dicho por mi.
-Tú la... mataste...- gritó.
-¿Qué?- susurre. Él rompió a llorar y quise acercarme a él y pedirle que se tranquilizara y que me creyera... yo no había herido a la hermana de Cristóbal.
-TÚ LA MATASTE- grito mas alto aun que me asusto. Golpearon la puerta y los dos la miramos. Venían en la ayuda de Cristóbal.
-Amor... yo no hice nada, no le hice nada-. Repetí esa frase una y otra vez controlando la tristeza y caerme hecha pedazos, ahí mismo.
-Esto termino, Stephanie. Yo definitivamente no puedo perdonarte y no soy lo suficientemente fuerte como para enfrentar que tú seas vampira...- dijo terminando el hecho que había sido lo más importante en la vida.
-Cristóbal...- susurre gimiendo del sufrimiento que me carcomía.
Tomo unos bolsos y cuando abrió la puerta me miro llorando.
-Olvidaremos y podremos empezar nuestras vidas de la manera correcta- dijo intentando calmar el llanto, pero luego negó con la cabeza lo recién dicho. -Te ame, Stephanie. Con toda mi alma... y creo que siempre lo haré- afirmo entre sollozos.
Cerró la puerta y caí al suelo aturdida. ¿Qué acababa de pasar?, ¿Por qué? Mi vida se había ido por esa puerta hace algunos segundos y yo no podía hacer nada por retenerla conmigo aunque sea unos segundos más. Intente respirar, pero no podía. El aire se había vuelto espeso y mi cuerpo no reaccionaba. Deje de respirar, total... ¿quien lo necesitaba? Esa pregunta fue tan cruel que sentí como mi mente se nublaba. Hace tiempo me había hecho la pregunta de que haría cuando tuviera que dejarlo partir... No tuve tiempo para pensar la respuesta y eso ya había sucedido. Me pare sin saber como y fui a la habitación de Cristóbal y caí en la cama gimiendo y dejando que el dolor se apoderara de mi de una vez por todas, no podía posponerlo mas.
¿Qué estaba esperando?, ¿Qué él se quedara conmigo?, ¿En que mierda estaba pensando? Yo no soy ni seré nunca lo que de verdad él quiere, no soy su tipo de persona, si es que puedo llamarme una persona. Me trate de convencer que era mejor para él que no estuviera interesado en mi, así su vida no peligraba en ningún momento. Pero era imposible y que me haya dicho que me amo alguna vez y que a lo mejor lo seguiría haciendo hizo todo el sufrimiento mas pesado aun. Más de una vez imagine que mi condición de vampiro no seria un obstáculo para nosotros pero… eso era una total mentira. ¿Qué podría haber esperado de la vida de nosotros revuelta en un peligroso juego?...
Tirada en la cama de su habitación pensaba en todas las posibilidades que alguna vez me había propuesto… Estaba tan sola, haberme quedado en el departamento y estar en la habitación que en la que solíamos estar con él no fue la mejor idea que haya tenido en la vida y lo sabia, pero mi cuerpo, mente y alma exigían estar en lugar que me recordara a él, quizás eso fue lo que me dio la fuerza para poder pararme del suelo. Y este sitio, cada espacio tenia un recuerdo del. Una risa o una lagrima, un enojo o una broma que hacia que lo tuviera en mi mente en cada momento. Que hacia que el dolor aumentara en magnitudes inadmisibles para un corazón muerto. Cerré los ojos y recordé su rostro con dulzura, recordé como brillaban sus ojos cuando él sonreía o cuando tenia pena por algo que nunca entendí bien. Mi imagen fue tan real que llegue a pensar que todo lo ocurrido con los ojos abiertos era una pesadilla, pero no. Abrí los ojos destinada a sufrir la consecuencia de permitirme verle con los ojos de mi mente una vez más. Recordé de nuevo como me dijo que me amó. El sufrimiento se hacia insoportable y en cada sitio donde estaba un recuerdo del se llenaba del dolor que me producía recordar. Si hubiera podido llorar, si tan solo lo hubiera podido hacer… pero por mi condición… ¡Maldita condición!, ¡Maldita vida! Yo no elegí vivir esto, ¿Por qué tenia que para los resultados de esto? Me tape con las frazadas de la cama de la habitación del departamento y me acurruque en mi misma, de la misma forma en la que lo hacia con él, estaba en la misma posición como cuando él me rodeaba con sus brazos y me hacia sentir tan segura, sabia que en ese momento y ese lugar nada ni nadie podría herirme, pero cuando esos brazos se marcharon, fueron ellos mismos los que me dañaron en lo mas profundo de mi ser, arañando cada fibra del cuerpo que yacía en la cama tirado sin nada mas que hacer que sentir silenciosamente el daño de la partida de la razón de su vida.
La noche paso lenta, cada segundo se hacia notar como la puñalada mortal. Respire agitadamente reiteradas veces, el aire no se hacia suficiente para mi y aunque en verdad no lo necesitara, era como si en el oxigeno fuera a encontrar la solución al problema que me invadía. Implore que la muerte viniera por mí sin motivo aparente, pero no, yo tenia perfectamente claro que eso no iba a ocurrir nunca. Estaba envuelta en las frazadas de la cama como cual niño asustado solo por miedos infantiles. Pero yo sentía miedo, eso era; miedo. Tenía miedo de cualquier cosa a mí alrededor, ahora yo estaba débil, indefensa y todo podía provocarme un daño irreparable pero nunca mayor al que me provocaron los brazos que me hacían fuerte. No entendía como no moría del dolor, si era tan intenso que podía saborearlo, olerlo y sentirlo tan claramente. Todo tenia pequeñas gotas de ese daño infernal que hacia que mi mente no reaccionara… ¿Reaccionara?
-Stephanie…- sentí como una voz llamaba desde el otro lado de la puerta. El departamento se lleno del eco de esa voz. Mi mente no tenía ganas de reaccionar, prefería seguir evocando imágenes del futuro que había perdido hace algunos minutos. Volví a sentir que me llamaban, pero esta vez me quede concentrada mirando la puerta. Tenia un color caramelo oscuro parecido a los ojos de alguien, pero ¿quién?... y sin quererlo me di cuenta que lo sabia, solo que estaba tratando de evitar pensar en él con todas mis fuerzas. ¿Cómo podía ser tan tonta? Tenia explícitamente claro que nunca podría olvidarlo y que siempre estaría presente en mi vida, cualquier cosa me traería un nuevo recuerdo y con eso una nueva cuota de daño.
“Olvidaremos y podremos empezar nuestras vidas de la manera correcta” ¿Qué estupidez fue esa?, ¿Cómo se le puede ocurrir a él que voy a poder seguir mi vida ‘normal’ con todo este sufrimiento encima? Este sentimiento era tan notorio, tan evidente, tan real que me mareaba y me hacia sentir que nada tendría sentido de nuevo en mi existencia.
-Steffi… por favor, me tienes desesperado. Abre esa puerta, por favor perdóname...- me dijo de nuevo la voz anterior. Sentí como un escalofrío recorría mi corazón muerto, hubiera dado todo porque esa voz fuera la que yo deseaba, pero conocía cada timbre de la voz que anhelaba y esa voz de detrás de la puerta no se parecía nada. Seguí mirando fijamente lo que tenia al frente sin permitirme cerrar los ojos para no recordar lo que no volvería a tener. Sentí nuevos golpes a la puerta, esa persona estaba empecinada en entrar y consolarme… Cerré los puños fuertemente, “Okey, consolar no era la palabra menos hiriente para mi en este preciso momento” pensé un poco aturdida. Me apoye en la pared que estaba pegada a la cama y sentí como mi piel se estremecía con el contacto. Todo lo sentía con mucha sensibilidad.
-Stephanie, abre esa puerta-. Ya no era voz de suplica, era una orden que me negaba a cumplir. No tenía ninguna intención en que alguien, quien quiera que fuera, me viera de este modo. Me dije a mi misma que esa puerta no la abriría a menos que fuera… me obligue a rehusar el nombre. Mi mente estaba tan dividida, por un lado buscaba cada cosa que me hiciera sentir su presencia conmigo pero por otra parte quería huir de dolor que me provocaba no encontrar nada. Sentía como la habitación se llenaba de un dolor insoportable para un ser vivo, pero yo... yo no estaba viva  o creo que lo estaba hace cinco minutos y eso me hacia peor. Pestañee inconcientemente, intentando que, cuando abriera los ojos, todo estaría bien. Cerré lo puños cuando pasaron por mi mente los recuerdos; la primera vez que me había traído, cuando me confeso que me amaba con toda su alma... cuando él todavía me amaba. También recordé cuando me pidió que fuera su novia, la sensación me llevo a tener que taparme la boca para no proferir un grito desgarrador. Intente volver al presente, pero mi mente no lo quería, se sentía tan a gusto en los momentos en él que me decía que me quería y que nunca me... dejaría.
-Mierda, Stephanie. Abre esa maldita puerta, no quiero abrirla por la fuerza- me amenazo la voz detrás de la puerta. Pero creo que no siguió su propio consejo, sentí como la puerta se rompía en pedazos con un diestro golpe. Entro y cuando me vio en la cama tirada se sorprendió, tanto que no pudo acercarse más a mí. Cuando caí en la cuenta de quien era el que estaba ahí parado, el dolor se convirtió en la furia que ahora me dominaba. Antes de que él pudiera acercarse más, salí de la habitación…

No hay comentarios:

Publicar un comentario