jueves, 21 de abril de 2011

Capitulo 47: Cada uno tiene su lucha.

Como ya hecho antes, el capitulo se divide y el subtitulo dice quien narra.

Cada uno tiene una lucha

Por Cristóbal…
        
“Esta a punto de llover” pensé un poco molesto.
-Te pille- me dijo mi hija Anais. Estábamos jugando afuera de la casa para darle un poco de intimidad a Daniela mientras el medico hacia una revisión de las mejorías o empeoramientos de ella. Anais se volvió a esconder y empecé a buscarla fingido, sabia por su olor donde estaba y jamás la perdía, ni siquiera por un juego. Cuando la encontré ella corrió hacia el patio delantero en un intento de escapar de mi, pero la atrape cuando decidí que se había acercado mucho a la línea de peligro.
-Carla, ven, acércate- le pedí cuando volvió a correr, pero mi hija no me hizo caso. –Anais, por favor, da media vuelta-. Ella capto el orden en mis palabras y corrió en dirección a la casa. Se adentro y la seguí, pero no alcance a entrar. Emily se acerco de repente a mí y me tomo del hombro para detenerme.
-Cristóbal…- casi grito, estaba completamente asustada.
-¿Qué pasa, Emily?- le pregunté. Ella intento sacar las palabras de su garganta.
-Tienes que estar adentro, Francisca ha empezado la ronda- susurro. Tarde un poco en reaccionar y darme cuenta que, por suerte, Anais ya estaba adentro de la casa.
-¿Le avisaron ya a Stephanie?- pregunté.
-Si, Franco, Helen y Fernanda ya fueron en su búsqueda-
-¿Dónde están?-
-En la casa de tu padre-. Medite su respuesta unos segundos. Stephanie no fue lo suficientemente valiente para preguntarme a mí que había pasado desde mi regreso a Chile, ella no se confiaba de mí. En realidad, ella no se confiaba de lo que podía suceder si nos encontrábamos de nuevo. Pero… ese era otro tema.
Entre a la casa y Daniela estaba un poco mas pálida de lo normal. Ella estaba en el sillón y últimamente estaba con casi todas las costillas en peligro de estar rotas en cualquier instante. Le pedí a mi hija si podía traerle un vaso de sangre a su madre para que pudiera recuperar el color de su rostro. Anais fue a buscar al segundo piso.
-Esto se me esta haciendo cada vez mas normal- bromeo y sonreí junto a ella. Nuestra hija llego con el vaso.
-Se me cayo un poco al inicio de arriba de la escalera- confeso.
-No importa-
-Iré a limpiar- dijo y se dispuso a ir, pero no quería perderla más de vista.
-No, tranquila. Después- le pedí. Anais se sentó al lado de Daniela y empezó a acariciar la barriga de mi esposa. Lo hacia casi con ternura contenida y la imite. Éramos una familia feliz…
Escuche como algo se estacionaba frente a mi casa y a los segundos mi padre abría la puerta muy agitado.
-Hijo mío- me saludo. Mi padre saludo a Daniela con un beso en la mejilla y al doctor con un asentimiento. Me tense cuando olí el perfume de Stephanie. Ella estaba aquí, eso quería decir que esta rueda del destino había empezado ya.
-¿Están todos?- pregunté. Mi padre asintió.
-Hijo mío, siento que estén en este peligro- dijo mi padre apenado. Lo abrace pensando que podía ser la última vez que podría abrazarlo. Se sentó al lado mío en el sillón y nos pusimos a esperar si oíamos algo. Mi paciencia no duro mucho.
-Iré a ver que sucede- les avise. Salí de la casa y ahí estaba mi Stephanie. La mire y fue sentir un electrochoque, su aroma era tan embriagador. No pude evitar ponerme al lado de ella. –Vienen hacia aquí-. No era una pregunta, tan solo la comprobación de un hecho. Ella asintió sin mirarme, estaba con la vista fija al frente. -¿Qué vamos a hacer?- pregunté y Grace me contesto contándome como nos dividiríamos y cuantos eran los malos. Tan solo le asentí.
Demoraron un poco en salir de su escondite, pero cuando lo hicieron me intimidaron de sobremanera. Una chica estupenda, pelirroja castaña, con unos ojos rojos intensos lideraba el grupo, no dude en pensar que era Francisca. Atrás de ella estaban dos hombres y mas atrás una parejita mas que siniestra. Todos nos pusimos en guardia y ya estábamos listos para juntarnos en los grupos que se suponían. La chica líder grito y nos encontramos cara a cara con nuestro destino. Esto estaba a punto de comenzar…

Por Stephanie…

         Estábamos en ya en camino a la casa de Cristóbal. Cada vez me ponía más nerviosa y aun así tenia la capacidad de pensar racionalmente. Tendríamos que dividirnos en grupos, no se que tan grande podría ser el ejercito de Francisca así que teníamos que ponernos en todas las posibilidades. Tobías y yo seriamos buenos aliados, también podría acompañarnos Isabella y Joseph. Los nuevos al parecer se llevaban muy bien así que podrían separarse en dos grupos. Franco, Emily son muy buenos juntos y Grace, José Tomas y Felipe harían otro buen grupo. Estaba ya casi todo arreglado en mi cabeza y no quise meter a Cristóbal en ningún grupo peligroso por lo que a lo mejor estaría conmigo. Mientras lo viera podría mantenerme tranquila. Nadie hablaba y el ambiente estaba tenso. Se hizo chico el espacio y tuvimos que mantenernos apretados. El camino se me hizo eterno, pero pronto vi a Emily esperándonos un poco alejada de la casa. Se subió en un salto. Franco la ayudo.
-Leí sus mentes- empezó a decir -, están pensando en atacar ahora. Ya le avise a Cristóbal. Son aproximadamente veinte, pero algunos son unos neófitos, casi recién convertidos, llevaran dos o tres semanas a lo sumo. Los que realmente nos dan una preocupación son Francisca, Arturo, Matías, Sergio, Samantha y Nicolás. Pero si nos organizamos bien podemos derrotarlos- decía Emily a toda prisa. Sacaba conclusiones que todo grabamos en nuestras mentes para poder usarlas en cualquier caso.
-Creo que deberíamos separarnos de tal forma que quedaran grupos iguales- dijo Isabella nerviosa -, obviamente estaré con mi hermana, digan lo que digan-. Todos asentimos.
-Yo estaré con ella también- declaro Tobías. Y de repente los grupos que yo había formado en mi cabeza se unieron sin mayores complicaciones, excepto por Felipe ya que decidimos que estaría mejor con Franco y Emily. Cuando por fin llegamos el entorno se veía tranquilo. Exequel se bajo enseguida y se fue dentro de la casa a ver a su hija y a su… nuera. Alguien miro por la ventana y se asombro, era un hombre de unos veintiocho años, tez clara y unos ojos color chocolate, muy lindos. “Es el médico” pensé.
Cada grupo se unió y estábamos todos preparados para cuando Francisca viniera aquí. Cristóbal salio de su hogar y se puso al lado mío.
-Vienen hacia aquí- afirmo. Asentí con la cabeza, no quería ni siquiera mirarlo porque el terror de saber que podía perder a alguno de mi familia era tan grande como el terror de saber que Francisca podría conseguir su objetivo. -¿Qué vamos a hacer?- me pregunto inquieto. Grace le explico rápidamente nuestro plan porque yo no podía ni siquiera hablar, estaba concentrada en ver al ejército.
Los minutos eran angustiosos y el peligro inminente, no quería ver para los lados, estaban los rostros de las personas que amaba y ahora estaban en serio peligro. Sabia que no me dejarían, pero no podía evitar querer que se fueran a refugiar a un lugar seguro. Fue una tortura cada momento que demoraron en mostrarse los chicos malos. Francisca estaba al mando y la flanqueaba Arturo y Sergio. Mas atrás venia Samantha y Nicolás sonriendo. Me sentía más que agobiada con todo esto. Vi sonreír a Francisca y gritar que esto empezaba…

Por Elizabeth Miller…

         Estaba terminando de ordenar mi departamento comprado cuando cumplí veinte años que había dejado muy abandonado. Hace dos años que había sucedido eso y nunca había dormido afuera más de una semana, tan solo en vacaciones. En este último tiempo había estado mucho en la casa de mi hermana, todo por su complicado y extraño embarazo. Yo la apoyaba en todo y esperaba que saliera bien de esto. Iba a ver un rato la televisión cuando escuche mi celular que sonaba, me acerque a mi cartera y la busque, me costo un poco, pero lo conseguí. Mi amigo doctor me llamaba.
-¿Alo?- conteste.
-¿Beth?-
-Si, soy yo. ¿Qué pasa?-
-Tienes que venir de inmediato-. Me asuste y me pare casi ya con la cartera y un bolso con ropa en la mano, en dirección a mi auto.
-¿Le paso algo a mi hermana?-
-Si, Daniela esta mal. Creo que dará a la luz y, créeme cuando te digo, no es el mejor momento-. Iba ya bajando en dirección a mi Volvo negro.
-¿Por qué?-
-Porque hay un gran combate a punto de estallar ahí afuera-
-Mierda- grite.
-Si, por favor, Beth, no puedo solo, ven ahora- me pidió.
-Voy en camino-. Justo en ese momento se abrió la puerta del ascensor y corrí hacia mi auto. Lo prendí y subí la velocidad hasta más allá de lo que permitía este mundo. Conduje hacia la casa de mi hermana, pero intentando no pensar que tendría que ayudar a que diera a luz quizás a un monstruo. ¿Qué saldría de un vampiro y una humana? Ahora lo descubriría. Estacione en el patio trasero de la casa de mi hermana y corrí hacia adentro. Se sentía la tensión. Oí los gritos de Daniela. Ahí estaba; en una camilla, toda sangrante, encorvada por el dolor, gritaba en agonía.
-No… Daniela- susurre. Carla estaba en un rincón completamente en shock, con la cabeza en las rodillas. –Carla- la llame gritando por encima de los gritos de mi hermana. Ella me miro y estaba con los ojos rojos de tanto llorar. –Ve hacia el segundo piso y tráeme sabanas- le ordene. Ella corrió hacia el segundo piso.
-Beth- me llamo el doctor. Estaba con Daniela, inyectándole no se que cosa, pero supuse que seria un calmante.
-¿En que ayudo?- le pregunté.
-Cálmala- me pidió. Tome los brazos de mi hermana mientras esta lloraba y gritaba.
-Hermana, Daniela- la llamaba y esta tan solo me miraba desorientada. Sentí cuando el doctor intentaba romper su piel del estomago, pero le era imposible.
-¡Elizabeth!- me grito Daniela.
-Dime, cariño- le decía mientras acariciaba su rostro y le quitaba el cabello de su vista. Ella lloraba con tal intensidad que me partió el corazón. ¡Por Dios, es mi hermana! Las lágrimas se escaparon de mis ojos.
-Por favor, hermana mía, haz que mi hija nazca. Por favor, llámala Anita Belén… como nuestra mamá, recuerdas?- me pidió entre gritos y sollozos.
-¿Cómo sabes que será mujer?- le pregunté.
-Yo tan… tan solo lo se- me dijo y se callo. Ya no gritaba tan solo respiraba y cada vez mas lento.
-¡NO, DANIELA!- grite para que me escuchara. El doctor estaba sacando a un bebe del cuerpo de mi hermana, al parecer la bebe había mordido la piel de mi hermana hasta poder salir. –DANIELA, REACCIONA. POR FAVOR, HERMANA MÍA- empecé a gritar fuerte, pero ella no me respondió. Respiraba lento y cada vez más lento. Hasta que no sentí más su corazón. –Daniela…- susurre al cadáver de mi hermana. Ella había dado su vida por el ser que tanto amaba; su segunda hija. No la odiaba, pero si sentía un fuerte resentimiento hacia ella. Después de todo le prometí a mi hermana que yo estaría si ella no. Pero nunca pensé en que de verdad tuviera que cumplir esa promesa. Llore el cuerpo de mi hermana, me sentía demasiado mal. Amaba mucho a mi Daniela, ella era el único que me quedaba en esta vida después de la muerte de nuestros padres. No podía sacar un llanto tan fuerte para desahogarme, no sentía ya mis piernas y nada mas…
-Beth… ayúdame- me pidió el doctor. Estaba entumecida, pero no se como me moví y vi a la bebita con un biberón de sangre. Volví a gemir de dolor… mi hermana había dado su vida, su sangre por ella. –Tómala…-. Me paso a Anita Belén Hadsome Miller. Ella ahora era la vida imagen de Daniela. Tenia el mismo color de pelo y sus ojos eran hermosos. Reprimí el deseo de gritar porque asustaría a la bebe. Subí al segundo piso con Anita y Carla estaba en la habitación nueva al lado de la cuna llorando.
-Mi mamá…- lloro. Volví a reprimir los deseos de llorar. Deje a Anita en su cuna ahora que dormía profundamente. La mire y luego me dirigí a Carla.
-Tranquila, cariño. Estaré yo siempre- le asegure. Ella lloraba, pero se dio el ánimo de ver a su hermana.
-Es hermosa- susurro entre gemidos. Me acerque y contemplamos a la viva imagen de mi hermana, pero aun mas linda.
La paz se fue de la habitación llenándose con un grito estremecedor. Era mi amigo. Carla corrió a ver que pasaba, pero no pude seguirla porque Anita se había despertado llorando también. Le pase su biberón y fui a ver que pasaba abajo. Al principio de la escalera estaba cubierto de sangre… ¿de quien seria? Entre en pánico. Quede al pie de la escalera al ver que Carla había resbalado y estaba al final de la escala inconciente… El doctor estaba muerto, con la cabeza separada del cuerpo y la entrada de la casa… estaba Exequel, también muerto. Rogué porque Carla estuviera viva. Baje cuidadosamente porque la sangre estaba en toda la escalera ahora y cuando me faltaban tres escalones para llegar a Carla vi a los causantes de todo esto. Eran dos vampiros que bebían botellas llenas de sangre… debían ser las reservas del primer piso. Ni siquiera sabia que existían, Cristóbal nunca dijo nada sobre ellas. Los vampiros posaron sus ojos en mi… me estremecí. Casi por reflejo tome a Carla y la subí por la escalera. Sabía que ellos me alcanzarían y tan solo rogaría que a ella la dejaran en paz. Pero alcance a subir todo y vi hacia atrás. Otros vampiros estaban decapitando a los que había provocado la muerte de mi amigo y Exequel… casi la mía y la de Carla. Por suerte, no estábamos solas. Fui rápido a la pieza de Anita y deje a Carla en el sillón blanco que había. Ela estaba inconciente con la sangre corriendo desde su cabeza. Entre en pánico de nuevo. Tenia a la bebe mas extraña de este mundo, tenia a Carla inconciente y la promesa de cuidar de ellas. Pero, ¿Qué haría ahora?...

Por Isabella…

         Mi hermana estaba mirando al frente, casi como desafiando a los contrincantes. Ardía en pánico cuando la veía tan decidida en algo. Supe de inmediato que ella llegaría hasta las últimas consecuencias con esto. Cristóbal y Tobías estaban al lado de ella, cada idiota peleándose en secreto para ver quien era su héroe. ¡Pobre de mi hermana! Cual de los dos mas tarado…
-¿No les parece divertido todo esto?- pregunto Francisca. Apreté los dientes para no gritarle unas cuantas verdades. Samantha se reía por lo bajo y Nicolás dio un paso al frente. No había visto a Matías y Sergio había desaparecido misteriosamente.
-¿Qué quieres?- le pregunto mi hermana. Stephanie estaba furiosa y quería pelear de una buena vez.
-Es obvio, quiero la muerte de tu amorcito- le susurro. Ella rugió y tiro levemente a Cristóbal para atrás, lo escudo con su cuerpo. Él intento tomarla para que no fuera por Francisca. Tobías se puso delante de Stephanie para poder protegerla.
-Suficiente- declaro Samantha. –Esto empieza ya-. Velozmente me junte con Joseph, Tobías, Stephanie y Cristóbal. Los demás grupos también se formaron. Emily estaba nerviosa por Stephanie y la entendí, después de todo yo me sentí igual que ella. El grupo de Francisca se separo en siete grupos de tres cada uno. Nosotros los seguimos. Se dispersaron en cuestión de segundos. Tan solo quedamos nosotros, Francisca, Arturo y Nicolás. De repente oímos gritos de un hombre adentro, descubrí entonces por fin donde estaba Matías y Sergio. Francisca, Arturo y Nicolás corrieron al sentido contrario y Stephanie, Cristóbal y Tobías los siguieron. Con Joseph corrimos dentro de la casa para ver la escena mas macabra de mi vida; Daniela estaba completamente desangrada y herida, su estomago presentaba la abertura mas grande que había visto. Exequel estaba en la puerta decapitado y el doctor también lo estaba. Vi a la hija de Cristóbal inconciente en el suelo y me percate que Sergio y Matías no pudieron resistir su sed y estaban tomando unas reservas que Cristóbal tenia. Agradecí que él no estuviera aquí para ver esto, le rompería el alma. Sentí que alguien bajaba de la escalera para socorrer a Carla, era Elizabeth. Ella la tomo y corrió hacia arriba con ella. Sergio y Matías querían seguirla, pero se los impedimos. Los matamos con cierta facilidad y tomamos sus cuerpos para incendiarlos afuera. El humo violeta era hostigador.
-Joseph… sube y ve que ha sucedido. Necesito ver como esta mi hermana- le dije. Él me hizo caso sin más y yo corrí hacia donde estaba el grupo de mi hermana. Pero antes me tome con el grupo de Grace… ella estaba sentada mirando a la nada y cuando iba a preguntar que había pasado, llego Emily así que me libere y corrí donde mi hermana. Ella estaba luchando contra Francisca y esta no podía usar su poder contra ella, Stephanie estaba con su escudo. Cegué a Francisca y esta rugió. Stephanie aprovecho y la empujo lejos. Vi como Cristóbal estaba luchando con Nicolás y no se veía que estuviera ganando. Tobías estaba muy bien contra Arturo y de repente un mal movimiento del y quedo en desventaja. Tobías gimió. Francisca estaba a punto de atacar a mi hermana otra vez. Entre las dos luchamos y en pocos segundos ya no pudo hacer nada contra nosotras, Stephanie podía hacer mas contra ella ya que no le afectaba la electricidad que producía Francisca, pero de repente a mi tampoco me afectaba. Stephanie me sonrió. Ella estaba haciendo esto, ella era increíble. Francisca se descuido, yo la cegué de nuevo y Stephanie, ágilmente, la decapito y arrojo sus restos a la fogata que había. Había muerto… Francisca había muerto. Ayudamos a uno de los chicos que estaba muy mal en la pelea y pudimos derrotarlo rápidamente. También arrojamos los restos al fuego.
Pero por el otro… ya no pudimos hacer nada. Nuestro enemigo tiraba sonriendo los restos del al fuego, se reía de esa derrota. Stephanie quedo quieta y sorprendida, pero tuvo la fuerza de acabarlo. Sin pensarlo dos veces… lo decapito con furia y luego lo llevo al fuego… Miro las llamas… ahí estaba el chico que había amado mucho tiempo y que, aunque le costo decidirse, había sido una de las personas mas importantes en su mundo. Stephanie empezó a sollozar mirando el fuego. Ahí estaba mi hermana destruida, viendo como por un error el chico que amaba había muerto.
-Lo siento- le dijo el otro chico y la abrazo. Me acerque a mi hermana y la abrace. Ella había entrado en shock. Los tres miramos nuestra victoria… y nuestra derrota.

Por Emily…

         La pelea con Franco y Felipe había sido más que sencilla. Perseguimos a un grupo de neófitos, unos completos imbéciles. Nos miramos entre nosotros y sonreímos. Corrimos para ver donde podíamos ayudar, pero la mayoría de las peleas se habían acabado. Varias fogatas se podían sentir en el espacio. Llegamos hasta la batalla de Grace. Encontré a Isabella viéndola, debatiéndose entre ayudarla e ir en busca de Stephanie. Ella al verme se fue. Me acerque a Grace, pero esta estaba absorta mirando la nada.
-¿Qué ha ocurrido?- pregunté. Franco y Felipe se acercaron. Grace seguía sin responder, pero luego de un suspiro lamentable…
-Chicos… hoy ha muerto José Tomas. Mi hermano por más de doscientos años, mi confidente, mi compañero. Era y siempre será… el hermano que siempre desee tener- nos confeso. Ella sollozo como nunca. El dolor se podía tocar, sentir.
-¡¿Qué?!- casi grite. Estaba respirando errática. Quedaba traumada, no podía reaccionar a la muerte de José Tomas. Era un golpe tan fuerte como si me dijeran que algo le había pasado a Isabella. Intente respirar un poco más despacio por el bien de Grace que se había vuelto a quedar muda. Franco se acerco a ella, conteniendo un sollozo, y le dijo que lo lamentaba. Grace solo asintió. Felipe estaba estremeciéndose cada vez mas, dolido como nunca. Me sentí peor aun. De repente, llego Pablo, Alex, Loreto y Marcelo. Venían con la misma expresión. No tenia que preguntar para saber porque Fernanda y Helen no estaban con ellos.
-Lo siento… yo…- fue lo único que pude decir. Los chicos consintieron. Oímos el sollozo interminable de Stephanie. “No, por favor, alguno de ellos no” pensé y corrí hacia ellos. Nadie me siguió, ni siquiera Franco, él estaba demasiado abstraído como para pensar en algo más que la muerte de José Tomas. Llegue al lugar y vi la fogata, vi a Isabella, Stephanie y al chico… De nuevo, no tenia que preguntar para ver que había pasado… él había muerto. “No” pensé en mi mente. Stephanie jamás se recuperaría de nuevo.
-Ha muerto, Emily- me comenzó a decir Stephanie -, Cristóbal ha muerto-.

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