jueves, 21 de abril de 2011

Capitulo 43: ¿Que me queda ahora?

¿Qué me queda ahora?


Un castillo de magia que se ha destruido, una pequeña pradera que se ha vuelto oscura y no tiene fin. Por suerte tengo alguien que me sostenga. El encierro agobia, la vida también. Así, un sentimiento parecido tenia. Quería gritar de dolor, pero no podía perder la cordura así delante de todos. Joseph de vez en cuando tocaba mi hombro y sabia que pensaba y no me importaba, después de todo, mi cara demostraba con creces mis pensamientos. Puse una expresión de póker, no quería que Tobías me viera desmoronarme así por Cristóbal de nuevo, no era justo, no lo permitiría. Un mundo de papel que esta próximo al agua, la esencia de un amanecer que termina de repente porque ha llegado la hora de oscurecerse por el simple hecho de que hay gente que no tiene el derecho de verse iluminado. Me incluyo en la categoría.
-No has pensado en mandar todo a la…- empezó Franco preguntándole a Emily.
-No podemos dejarla-
-Jamás hable de dejarla- contesto furioso, luego su tono se calmo: -, tan solo que él… hizo su vida y no hay nada que podamos hacer para revertir ese hecho- susurro rápidamente para que nadie pudiera oír, pero imposible. Todos escuchamos. Casi choque cuando iba conduciendo hacia la dirección que me había dado Exequel. Nadie hablo en la mini-van, sabia que nadie quería decir algo que me pudiera perturbar de alguna forma. Franco se disculpo y Emily también. Sonreí y moví la cabeza de un lado a otro dando a entender que había nada porque disculparse.
-No te dejes- susurro Tobías después de un momento.
-¿De que hablas?- le pregunté.
-No te dejes, él cambio y escogió un nuevo camino. Por favor, déjalo por ti. No te dejes que tú vales más que él- respondió. Quise seguir intentando no entender. Negué de nuevo con la cabeza y él suspiro. Tobías solo quedo a mi lado y me acompaño en la agonía que tenía dentro de mí. Isabella decidió darme mi espacio y se callo, ella quedo en el absoluto silencio. Tan solo Emily sentía lo que yo, al leer mi mente podía saber perfectamente lo que estaba sintiendo. Me pregunté porque no me bloqueo solamente.
-No es tan fácil como eso- susurro. Franco se apretó contra ella cuando hizo un gesto de dolor. Creo que éramos unas copias de la expresión de martirio y tormento. Cada vez nos íbamos acercando más a la casa nueva del matrimonio Hadsome Miller. ¿En que puedo creer ahora? todavía pienso en los momentos que él me juraba amor eterno y ahora estoy yendo a la casa donde vive con su esposa y su hija. Me dijo tantas veces que me amaba y ¿Qué me queda ahora? Nada, excepto intentar volver a vivir. El viento que entro en la camioneta venia algo más calido y con un fuerte aroma, no tenia que recordar mucho para saber cual era, además lo tenia en mi mente casi todo el tiempo. ¿Qué me queda ahora? ¿Ser feliz con Tobías? Obviamente, si él quisiera dejarme en algún momento le daría toda la libertad, él no se merece alguien como yo. Él merece algo mucho mejor. Como Emily un día me contó… Franco alguna vez dijo que “no merecía alguien a la mitad”. Bien, Tobías tampoco, por mucho que el amor que le tengo sea fuerte no es único y eso no esta bien. Vi la cara de enojada de Emily a través del espejo. “Sabes a la perfección como me siento y también sabes que tengo razón” pensé. Mi amiga se exaspero.
-Okey, Emy. Calma- le susurre dándome calma para mi misma, estaba a punto de explotar de pena.
-Tobías jamás te haría eso- me replico con furia. Tobías se sobresalto al escuchar su nombre y pregunto que cosa jamás me haría. Emily le contesto que seria mejor que alguna vez se diera cuenta de cuan difícil esta la situación. Se que Tobías algo contesto, pero no quería seguir escuchando como seria mi final. El aroma de Cristóbal se impregnaba en el ambiente aunque era más débil. Frente a la casa que era un cruel destino estacioné en medio de un lugar apartado de la ciudad, pero acomodado. Su nuevo hogar era increíblemente hermoso y estaba completamente vacío. Era de un blanco que cegaba y había muchos ventanales que suprimían paredes y cada uno tenía una cortina celeste cielo. Era de dos pisos y se veían tres habitaciones en el piso superior; una tenia una cortina dorada que supuse era la habitación del matrimonio, otra tenia una cortina lila claro que creo que seria de Anais, pero ¿de quien era la tercera pieza con una cortina rosada?
-Cariño- me susurro Tobías. Grace y José Tomas se pusieron a mi lado y luego miramos al cielo. Una avioneta… Francisca ya lo vigilaba.
-¿Qué hacemos?- pregunto Joseph. Mi hermana lo abrazo con fuerza y Grace me abrazo a mí.
-No lo se- susurre y mire la casa. –Quiero estar sola, por favor- pedí y casi en el instante todos estaban en la camioneta, menos Isabella y Tobías.
-No te dejare- me hablo mi hermana. Sonreí, ella nunca me dejaría.
-Hoy si, Isa. Hoy déjame-
-No, ya te dije. Además…- empezó, pero Tobías la detuvo.
-Isabella, puedes irte. Yo me quedare- declaro. Lo mire fijamente y absorta.
-No, tú también te vas-
-Seguro- un tono sarcástico -, Isabella, ella estará bien conmigo-. Ella desapareció detrás de la mini-van que ya había partido. Tobías estaba quieto.
-Vete- le dije decidida.
-Échame- me desafió.
-Tobías- suplique. Pero me dijo nuevamente su desafío.
-No te dejare, Stephanie. No importa que sientas por él o por mí, eso no tiene valor. Lo que importa es que te amo y una de la condiciones de amar es saber cuando proteger. El amor se trata de dar gustoso y a veces sin recibir nada a cambio. No espero que me quieras por estar contigo en momentos difíciles, solo deseo saber que nunca deje sola a la mujer que amo-.
-Tobías- murmure. No sabia que mierda decir, sus palabras me dejaron pasmada y no podía hacer nada más que repetir su nombre una y otra vez. Él sonreía. Jamás pensé que el amor de Tobías llegara a esos límites, no merecía tanto amor. Agache la cabeza y Tobías se acerco a mí, levanto mi rostro y me besó. Sus labios estaban ardientes, apasionados, era una sensación que te recorre por todo el cuerpo. Tomo mi cintura y me subió a él. Mis piernas entrelazadas a su cintura, mi boca firme y pegada a la suya, mis manos recorriendo su espalda. Mientras él me sujetaba contra si como si nuestra vida dependiera de eso. Su boca bajo agitada a mi cuello y yo miraba hacia arriba. No debía tener a Tobías; algo muy bueno hice cuando humana o él era mi completo destino. Él bajo un poco más y gemí.
-Así que así la pasan ahora- nos dijeron.
-Hola, Cristóbal- contesto Tobías mientras me bajaba.

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