martes, 21 de junio de 2011

Capítulo 70: Razón y encuentro Loca de tormento (Stephanie Dawnther)

Había pasado ya casi un mes de que Isabella se había ido de la casa y no podía creer que aun no la encontrara. Incluso llegue a entrar a una sala de la PDI para poder rastrear su teléfono, pero lo que encontré es que su celular esta moviéndose a cada segundo y en la misma carrera cada día. ¿Dónde lo había dejado?, ¿en un taxi?
Hablé con Kathy por si ella podía contactarla, pero me dijo que era imposible mientras ella se hallara decidida a no ser encontrada. Temblé de impotencia cuando no tenía más que hacer. Me quede mirando cada tarde la televisión, junto a Joe, ambos desesperados por saber de Isabella. Joseph la había buscado por cielo, mar y tierra pero no la encontró. Lo veía cada día llegar de recorrer Santiago, cansado y triste a sentarse en el living a ver televisión. Hubo un día que lo acompañe y al final se nos hizo un hábito.
Emily y Franco pasaban con Loreto y Tobías planeando su matrimonio que se celebraría dentro de un día. Ellos cuatro entraban y salían de la casa con vestido, algunas invitaciones, tortas y muestras de banquetes. Mañana se vería la obra de un mes.
Carla, que había vuelto con todas, se mostraba asqueada cada vez que veía a Loreto y hacia gestos de repugnancia. Este día se sentó junto a Joe a ver televisión. Eran las nueve de la noche y en los últimos días, ella tampoco podía dormir, soñaba demasiado con Isabella despertando con llantos.
-Quiero que sea el segundo semestre ya- dijo rápido. Ella entraría al colegio, a quinto básico y podría olvidarse de todo esto por unas horas.
Anita, que ya tenía casi dos meses, parecía de un año y ya caminaba, pero aun no hablaba. Emily decía que era de flojera. Anita camino hacia mí y la senté en mis piernas para ver la televisión. Se mostraba triste por el ánimo que había en casa. Beth y Felipe también se sentaron junto a nosotros ese día, ella ya tenia cinco meses de embarazo y la pancita ya se le notaba, mientras que Felipe comenzó a hacer una casa cerca de la nuestra para tener algo propio con ella. Se veían felices después de todo. Eran la familia perfecta.
-Mamá…- dijo Anita de repente dejándonos atónitos a todos -, la tía Isa no va a volver, ¿cierto?- preguntó y las lagrimas cayeron de sus ojos. Carla había aguantado fuerte, pero ya no pudo mas, se apretó a Joe y se puso a llorar a la par con su hermana. Beth se puso a temblar y me pidió a Anita, se la entregue y ella trato de consolarla. Sentía que se me oprimía el pecho. Extrañaba a mi hermana, la necesitaba ahora…
Escuche cerrar la puerta y vi a Loreto ir al dormitorio de Tobías. Más atrás vi a Grace que quiso pasar desapercibida. La había visto más de una vez llegar junto con Loreto. Ya no contuve las ganas de saber la verdad.
-Grace, fuera- le dije saliendo de la casa. Estaba furiosa. Ella me siguió y vi Pablo mirarnos por la ventana, le hice un gesto para que nos dejara en paz. -¿Qué te pasa?, ¿Ahora apoyas a Loreto, también?- pregunté. Ella negó con la cabeza al minuto.
-¡¿Cómo se te ocurre?!- me grito de vuelta.
-Entonces… No niegues, te he visto salir y entrar con Loreto más de una vez-
-Pero, es algo distinto-
-¿Qué cosa?- pregunté y Grace tembló. -¿Qué cosa, Grace?- pregunté de nuevo.
-Son problemas apartes- me respondió esquiva.
-Di la verdad, Grace- le advertí.
-¿Qué verdad?- pregunto.
-¡Grace!-
-¡Stephanie!-. Ella se sentó en la banca fuera de la casa y tapó su rostro con las manos, quiso desaparecer, lo supe. Pero yo no me iría así como así, después de que confeso que algo pasaba con Loreto.
-Grace, cuéntame, yo puedo ayudarte- le pedí sentándome a su lado. Ella negó.
-Nadie puede, nadie- contesto gimoteando. Pablo llego a nosotras y tomo a Grace para consolarla.
-Linda… todo estará bien- susurro él, pero de inmediato ella se quito.
-No me digas linda- grito sollozando más aun. Pablo me susurró al oído que quería un rato a solas con ella. Los deje en paz y entré a la casa. Todos me miraron, pero negué alguna respuesta de mi parte. No quería hablar del tema aun.
Pasaron las horas y Carla, Anita y Beth se quedaron dormidas en el sillón, las habíamos cubierto con mantas para que no pasaran frío.
Al final, Pablo y Grace entraron y se fueron directo a la habitación de esta ultima. Evite preguntar algo, no quería que Grace se volviera a alterar así por ahora, no ahora y no hoy. Hoy seria el matrimonio de Tobías con Loreto. Moví a Carla para que despertara.
-Oye… despierta, hay que usar el vestido morado que compramos- le dije y ella despertó.
-Si es por eso… prefiero no usarlo nunca- me respondió y luego sonrió. Felipe despertó a Beth y a Anita para que comenzaran el día… que seria muy importante para Tobías.
En un ataque de estupidez, subí a su habitación. Él se encontraba solo. Entre y vi su traje puesto en la cama, él estaba sentado en la ventana con la cabeza baja y apoyándose para no caer, apenas llevaba unos pantalones, debía haberlo pasado muy bien anoche. Suspire para que notara mi estancia. Me miro y luego miro su traje. Me acerque a él y puse una mano en su hombro.
-Oye… debes estar feliz. Te casaras- le dije con el nudo en la garganta. Tobías me miro esperando algo más, pero no encontré palabras para expresar felicidad siendo que moría por dentro.
-Gracias por tu… animo- dijo arrancando de mi toque.
-Bueno- me sentí incomoda de repente -, ojala seas muy feliz. Te quiero mucho, Tobías- le dije antes de yo arrancar de la habitación y subir con velocidad a la mía. Llegue cerrando la puerta y sollozando fui a buscar mi vestido para hoy. Era rojo sangre y tenía un lazo negro de encaje en la parte de la cintura que se apretaba bien a mi cuerpo. Me puse zapatos de taco aun con los ojos adoloridos y me fui al baño a arreglar mi cabello. Me hice media coleta y la amarre con un elástico que tenia el detalle de una rosa negra. Era ilógico, pero sabia que esa rosa, que usaría yo, Carla y Anita, era muestra de la tristeza por la situación. Me mire al espejo de cuerpo completo y me agrade. Fui a la habitación de Carla para verla como iba con su arreglo. Entre y vi como ella miraba el vacío al medio de su cama.
-¿Carla?- pregunté. Ella me miro y sonrió.
-Te ves hermosa- me halagó. Agradecí y la ayude a que se pusiera su vestido morado que tanto le había gustado el día que me acompaño a buscar a Isabella en el centro. Ella se dejo su cabello suelto y lo acomodo con pinches del mismo color que su vestido, puso una rosa negra en un pinche. Sus zapatos eran parecidos a los míos. Tomó su carterita y bajamos al living para esperar a los demás. Franco y Emily ya estaban listos, ellos combinaban ya que Emily uso un vestido celeste que calzaba a la perfección con su piel más morena y Franco usaba una camisa del mismo color que el vestido de su novia. Él vestía un traje negro tradicional. Nos sentamos y esperamos a que Joe bajara vestido de plomo con una camisa blanca. Mas atrás venia Grace con un vestido negro dando a entender el luto del momento, a su lado Pablo vestía completamente de negro siguiendo el estilo de Grace. Alex y Marcelo llegaron con traje negro y camisa blanca, tradicionales. Al final bajo Beth, Felipe y Anita. Nuestra bebé venia vestida de blanco y su vestido tenía vuelos al final, sus zapatitos blancos también y su pelo amarrado en una coleta completa y ordenada con la rosa negra. Felipe vestía traje negro y camisa verde oscuro, el mismo color del vestido de Beth. El vestido se ajustaba en lugares exactos para hacer notar que seria madre luego y verse linda a la vez.
-¿Nos vamos?- dijo Tobías que bajo al final con un smoking negro y una camisa blanca, perfectamente ajustado. Se veía hermoso. Evite el suspiro.
-No, aun no. Esperen a que los llame- dijo Emily y salio con Franco a ver a Loreto para ayudarla a arreglarse para su boda civil.
No pude contenerme más y salí de la casa con dirección a la casa de Cristóbal. Necesitaba estar ahí un momento. Necesitaba estar con el recuerdo de mi ¿primer? amor. Cuando llegue lo primero que hice fue arreglar las flores, quitar el polvo a todas las tumbas. Me detuve en la de José Tomas y arregle el decorado y las fotos.
-Si supieras…- comencé a hablarle -, Tobías hoy se casa con Loreto. Así que tu sueño de que estuviéramos juntos se perdió… hoy él se casa- le conté. Deje la foto en el lugar necesario y luego fui donde Miguel, el padre del bebe de Beth. –Tú… vas a ser padre en meses, ella es muy buena chica, entiendo porque la amabas. Esta hermosa con su pancita-. Vi más atrás la tumba de Fernanda y Helen. – ¡Ay! Chicas- me lamente -, hoy su hermana se casa con mi ex. ¿Pueden creerlo?- le pregunté creyéndome ya loca. Mire la tumba de Exequel, pero nada tenia que decirle mas que ‘perdón’. Después camine hacia la tumba de Daniela y me senté frente a ella. –Tienes unas hijas hermosas. Carla tiene el color de cabello de Cristóbal, pero ruliento como el tuyo cuando no te alisabas, es linda y tiene sus ojos parecidos a los tuyos. Y Anita… bella, una princesa, un ángel. Tierna como tú y hermosa como nadie. Son tus hijas, Daniela, son tuyas- susurre ya llorando. No podía aguantar el dolor que me embargaba. Después, mire la ultima tumba; Cristóbal. –Cariño, no sabes cuanto te extraño- le confesé a la foto del, su sonrisa me hacia temblar aunque fuera tan solo un retrato. –Hoy Tobías se casa y me deja sola… me abandona. Eso me hace extrañarte mas aun, creí que podría asumir tu muerte con él… pero ahora que no esta él… no se que hacer. Tan solo me apego a tus hijas que son mis pilares, pero aun así… me siento tan vacía-. Mire la foto de Cristóbal una vez mas y razoné… ¿Dónde estaría mi hermana?, ¿En que lugar se sentiría segura? Intente pensar y pensar, pero no se me ocurría. Luego recordé la noticia que hace poco habían dado en la televisión; era sobre la casona en el cerro ‘Gabriela’, la convertirían en museo ya que encontraron reliquias de mi época. Suspire, claro… que tonta, Isabella debía estar ahí. ¿Qué lugar mas apropiado para estar que en el lugar que naciste y creciste? Deje el retrato de Cristóbal después de besarlo suave y corrí hacia el cerro. Gracias al anillo no brillaba, pero tenía la extraña necesidad de sacármelo para que mi hermana supiera que voy por ella, para que me viera. Corrí sin percatarme que los humanos caminaban por la calle y miraban asustados por la ráfaga de viento que levantaba. Llegue al lugar y vi como lo estaban inaugurando. El alcalde estaba ahí cortando una cinta. Me situé entre los humanos con mi vestido apropiado, era una situación elegante. Y entré a recorrer la casa, estaba todo casi igual a como lo habíamos dejado… me hizo pensar en Cristóbal mas de la cuenta. Tome aire y seguí buscando a Isabella por los pasillos. Subí al segundo piso para entrar a la que era su habitación antes y allí estaba… mi hermana. Ella miraba con fervor unas fotos. -¡Oh, por Dios!- murmure. Eran nuestros padres… Mónica y Daniel… el día que se casaron. Me tape la boca y vi como ella era igual a Isabella en la sonrisa, en cambio yo me parecía en la forma de pararse. Isabella me abrazo y vimos todas las fotos en donde estaban ellos.
-Nuestros padres se amaban mucho- dijo temblando. Asentí y vi una foto de ellos con una pequeña… salía escrito abajo ‘Isabella Ignacia’. Era mi hermana cuando pequeña, sentí ganas de llorar. Habían varias de ellos, pero en una apareció una bebé con vestido… era yo… era yo cuando bebé, yo…
-No puedo creerlo-
-Me quede aquí mientras ellos arreglaban este lugar porque pude sentirme en casa, sentirme bien- me dijo. Miramos más fotos y en una salíamos ambas vestidas iguales. Yo estaba sentada en el suelo e Isabella apoyada en un árbol mirando coqueta, en cambio mi mirada estaba perdida. Salimos de la habitación y nos pusimos a reír.
-Te extrañe- le dije abrazándola.
-Yo también, pero quería un tiempo sola-. Asentí ante su cometido, ella aun no estaba dispuesta a volver.
-Te podré ver, por lo menos-. Ella confirmó. Miramos todas las cosas que estaban puestas para el mundo, todas nuestras cosas. Habían zapatos y vestidos antiguos… y nuestros. También había peines y muñecas de porcelana, las reconocí como mías porque la ‘V’ que tenían abajo era de mi letra.
-¿Y por qué vas tan arreglada?- pregunto mi hermana.
-Hoy se casa Tobías- le explique. Isabella resopló airada.
-¡Que bonito!- bromeo y sonreí. Al final llegamos a una habitación… era la que use yo porque había sido mi habitación y ahí… había gente mirando no se que cosa, pero al voltearse nos miraron asustados al máximo. Pude ver que los perturbó… las fotos eran de nosotras ya con nuestra edad máxima… iguales a nosotras ahora, exactamente iguales. Los miramos con ganas de arrancar, pero estábamos quietas sin poder hacer algo.
-Hola- saludo Nicolás entrando por la ventana dejando a los humanos más asustados aun. No duro ni dos segundo en matar a los cinco inocentes. –Las salve- nos dijo sonriendo.
-Nicolás…- susurro Isabella.
-Si, ¿Quién crees que soy?- pregunto él cómico. La sangre comenzaba a inundar e lugar y el aroma se hizo intenso. –Mmm- se regodeó Nicolás -, apetitoso, ¿no?- pregunto él. Con Isabella dejamos de respirar. –Huelan, vuelvan a sus instintos asesinos- nos sedujo Nicolás. Mire a mi hermana y dimos un paso atrás.
-Aléjate de ellas- advirtieron dos voces tras nosotras. Eran Tobías y Joseph, venían de traje aun. Pero ¿y el matrimonio?
-No se molesten, tan solo les pido que cuiden las pequeñas…- amenazo Nicolás y me miro coqueto. Tomó el brazo de Isabella rápidamente y la acerco a él para besarla. Joe se apresuro en quitarla y dejarla junto a mi y Tobías. Le pegó una bofetada fuerte a Nicolás empujándolo a la pared, dejándola trizada.
-Mira, estúpido, vuelves a intentar besar a Isabella y te rompo la mandíbula, imbécil de mierda- le dijo con toda su ira a Nicolás. Él se paro y al oír pasos hacia en desastre, salio por la ventana.
-Tomen mi advertencia- dijo antes de que Tobías le acertara un golpe.
-Vienen hacia acá- susurro mi hermana. Joseph tomó a mi hermana y la sacó por la ventana como una araña. Tobías me miro para estirarme sus brazos y que me uniera a él…
-Tenemos que hablar- me susurró y me tire a sus brazos. Él me elevó y me saco de la pieza antes de que nos pudieran descubrir. Quedamos en el techo. Mire a Joseph e Isabella que se miraban con las ganas de abrazarse, pero con odio a la vez. Los deje en paz, ellos verían que hacer. Me concentre en Tobías que buscaba la forma de bajar sin ser vistos. –Deberíamos irnos- dijo. Y lo seguimos por su camino… bajamos rápidamente y anduvimos hasta que los humanos no pudieran vernos. Emprendimos el camino a casa, pero Tobías se quedo quieto en el lugar que dictaba la diferencia… era el camino a casa conmigo o su matrimonio con Loreto. Trague pesado al verlo dudoso, buscó mi mirada para disculparse y luego corrió hacia su matrimonio.
-Lo siento- dijo mi hermana guiándome hacia la casa.
-No importa- mentí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario