domingo, 5 de diciembre de 2010

Capitulo 6: El almuerzo.

Capitulo 6

El almuerzo.



No hubo mucho que hacer ya que el día estaba lloviendo y no fue mucha gente al supermercado. Daniela me comento que era raro que lloviera en marzo. Dieron las dos de la tarde y Daniela me invitó a almorzar, pero le dije que Cristóbal me había invitado. Noté un pequeño gesto de decepción en su cara y para borrarlo le prometí que iría con ella de compras. No sabia como, pero tendría que cumplir esa promesa.
Cristóbal estaba en la puerta esperando con su auto. Un BWB negro muy lindo. Cristóbal estaba arreglado con un jeans oscuro y una polera negra que lo hacia verse muy guapo. Su pelo negro, liso era atractivo y sus ojos color caramelo oscuro aun mas. Mire cada detalle de su cara y me quede pegada en su boca ya que esta era parecida en la forma a la boca de Tobías. Me hizo subir al auto con caballerosidad y se dio la vuelta lentamente, intentando poder respirar tranquilamente. Cuando se subió lo hizo con lentitud, pero cuando empezó a manejar fue bastante bueno y rápido.
Para parecer humana le pedí que bajara la velocidad porque era mucha imitando al hecho de un libro que había leído  y él lo hizo sin problemas. Llegamos a un restorán del centro de Santiago, pero como llovía y el sol no se asomaba por ninguna parte no me preocupaba. Entramos y él dijo su nombre y nos llevaron a una mesa.
-¿Hiciste una reservación?- pregunté. Él se sonrojo y afirmó levemente bajando la mirada. Encontré tan tierno como bajo la mirada que le tome el mentón y le hice que me mirara a los ojos. Luego me arrepentí, no tenia porque haber hecho eso. En una cierta manera le debía respeto a Tobías. Además mi piel era fría y él sintió eso. Tembló, pero intentó impedirlo.
Nos sentamos y él me pasó la carta, vi el menú y quede sorprendida. Para un humano normal y mas encima joven como era Cristóbal este restorán era bastante caro. Trate de pedir algo sutil porque no era mi actividad favorita comer comida de humanos aunque me estuviera acostumbrando. Él pidió lo mismo que yo.
-¿No eres chilena?- pregunto para iniciar la conversación.
-No, no lo soy. Soy de Alaska- respondí.
-Un cambio radical venirte a Chile, tanto como por el ambiente y por el idioma- comento un poco nervioso.
-Si, mas o menos. Pero no es tanto, ya he estado en climas más tropicales y el idioma lo aprendí en el liceo- dije un poco nerviosa y solté la misma mentira que a Daniela... por si acaso.
-Oh! Que bien... Y ¿planeas quedarte aquí en Santiago todo el resto de tu vida?- pregunto ansioso. Sonreí al pensar si me quedara aquí el resto de mi vida...
-No, no creo. Me iré en unos cinco o seis años- afirme. Vi como su expresión cambio. Se puso triste y me sentí incomoda, pero con el deseo de abrazarlo. Me resistí porque recién lo estaba conociendo. Luego Cristóbal vio que me estaba sintiendo culpable por su expresión y cambio su rostro triste a una sonrisa enorme.
El almuerzo me lo comí por obligación o por educación, mejor dicho. Pero la conversación fue amena y pude ver que la vida de Cristóbal no es la mejor del mundo. Sufría ya que no se llevaba muy bien con su padre ni su madre y su hermana mayor era una completa irresponsable. Sentí pena por él, pero no había mucho que yo pudiera hacer así que intente tomar sus sentimientos lo mas superficial posible. Cuando el almuerzo terminó llovía a mares y Cristóbal me avisó que Exequel había cerrado el supermercado por la lluvia. Y se ofreció llevarme a casa, acepte por cortesía aunque solo dejaría que me llevara hasta el inicio del bosque y no permitiría que se adentrara.

Llegue a la casa corriendo porque odiaba mojarme y cuando llegue encontré a los chicos en la misma posición que los había encontrado el día anterior. En las noticias; la misma situación. Las muertes en Johady ya eran alarmantes, el día de ayer habían encontrado cincuenta cadáveres escondidos en una casa con distintas fechas de muerte. Me quede sorprendida y sali del shock. Cuando Tobías me saludo con un beso en la boca.
-Hola- dijo coqueto. Sonreí y ahora fui yo la que le dio un beso, pero más largo. Cuando Tobías terminó el beso me percate que Grace y José Tomas ya no estaban. Le pregunte a Tobías a donde habían ido y me dijo que querían ir de caza. Él me abrazo y me pregunto si quería ir de caza también, pero negué y él me llevo al sillón. Me tiro con él y quede encima, supe velozmente sus intenciones. Y el porque de la ida de Grace y José tomas.
-No, Tobías.... por favor...- suplique. Él se detuvo inmediatamente y se sentó.
-Lo siento... es solo que yo...- empezó a decir nervioso.
-No te preocupes- dije abrazándolo -, yo igual quiero pero no en este momento, okey?-. Él sonrió a medias y para sentirme plena lo bese nuevamente. Él se agito y me dejo sentada sola.
-Lo siento... si quieres que no pase aun... tendrás que evitar eso... a toda costa- advirtió. Reí por su extraña acotación.

Pasaron los meses y llego el invierno que fue tan helado como lo era en Alaska. Incluso a mi, me dio frío.
Estábamos en Junio y era día viernes. Estábamos felices porque esa semana había sido completamente agotadora. Agotarse era entretenido porque te libraba de la rutina. Pero todo a su extremo es malo.
-Me voy a trabajar- me despedí. Tobías se despidió con la mano, cosa normal después de que le aclarara en una pelea que tuvimos en mayo que éramos hermanos. Las situaciones románticas quedaron en nada cuando tuvimos esa discusión, desde ese día que ya no pasaba nada con Tobías. Sabia que él no perdía las esperanzas, pero yo... a mí... me agradaba Cristóbal y... no sabia nada, estaba confundida y no quería dañar a Tobías.
Llegue a la entrada del supermercado y como cada día de trabajo en la mañana, Daniela me esperaba para entrar. Las cosas seguían mejor con ella, nos habíamos hecho amigas y la promesa de las compras de efectuó un día nublado.
-Y, ¿cómo dormiste?- pregunto Daniela. La mayoría de los días preguntaba eso y yo siempre sonreía por el chiste personal.
-Bien, como siempre, Daniela. Sabes que no soy muy inquieta para dormir- respondí. Daniela sonrió y luego se le cayeron las llaves del auto. Nos agachamos a recogerlas al mismo tiempo y nuestras manos entraron en contacto.
-Siempre tan fría- exclamó ella pensante. Sonreí y deje que el incidente pasara. Siempre intentaba tener el menos contacto físico con lo humanos, pero había situaciones inevitables. Volvimos al tema de los sueño y sin preguntarle ella me contó el sueño que había tenido.
-Fue muy raro, yo sabía que tú estabas en alguna parte, pero no podía verte ni encontrarte. Y de repente te vi, pero con tu piel mas blanca aun y con la boca llena de sangre... tú eras una... una vampira- confesó. Yo me tense y luego me eche a reír. Lo que puede hacer el subconsciente de un humano; decirte la verdad, pero aunque Daniela confiara ciegamente en su subconsciente, que yo fuera vampira era imposible, para los humanos incrédulos.
-Tienes que dejar de ver películas de terror- le ofrecí. Ella asintió y se rió nerviosa. En el puesto de trabajo, me esperaba Cristóbal. Casi todos los días lo hacia ya que había comenzado a trabajar aquí desde hace unos dos meses.
-Hola- saludo amigable.
-Hola, Cristóbal- salude con un beso en la mejilla que era lo habitual que hacia, incluso con lo helado de mi piel. Pero el corrió la cara y el beso no se dio.
-No- dijo él tajante.
-¿Qué pasa, Cristóbal?- pregunte sorprendida. Pensé que se debía la temperatura ya que él siempre se estremecía cuando mi piel tenia contacto con la suya... temperatura, cierto?
-Es solo que hoy tengo que hablar contigo... un tema un poco delicado...- confesó. Y luego se fue a su caja.
Me quede pensativa ya que Cristóbal no era de ese tipo de chicos... que necesitara ‘hablar’ cosas serias. Al pensar en ‘cosas serias’ me acorde del libro ‘El Principito’ y estuve recordando cada palabra que sale en ese libro toda la mañana. Lo había leído mil veces y el hecho casi me hizo sonreír.
Llegaron las dos de la tarde y Cristóbal me invitó al departamento que había alquilado recientemente en el edificio que habían inaugurado hace unos tres días atrás, cerca del supermercado. Al principio me molestó su invitación, pero luego acorde conmigo misma que no dejaría que pasara algo. Recordé cuando su padre, Exequel, me había llevado a su oficina y pensé en que si hacia la menor insinuación lo mataba, pero ahora todo era distinto... porque si Cristóbal hacia la insinuación yo... no sabia si quería... matarlo,  lo mejor... me agradaría. Agite mi cabeza de derecha a izquierda intentando sacar esas palabras de mi mente, sabia que podía dañarlo en cualquier minuto sin querer. Subimos y cuando estábamos en el comedor, él se sentó y me habló afligido, casi se pareció a la cara de Tobías cuando me confeso que él estaba... enamorado de mi.
-Yo... quería decirte algo- empezó. Vi a Cristóbal muy acongojado y no pude evitar abrazarlo. Cuando se libero de mi abrazo, se paro y empezó a dar vueltas por el living, al final se sentó en un sillón.
-¿Qué pasa?- pregunte ganándome a su lado.
-Me enamore de ti- confeso. “¡Wuau! Sin anestesia” pensé aturdida. Cristóbal estaba enamorado de mi y yo... ¿estaba enamorada del? Hace mucho tiempo que me estaba haciendo la misma pregunta, esperaba con ansias las dos de la tarde para poder verlo y eso no era normal y por eso que creció la duda en mí.
No tenía nada claro, a mi mente se vino el recuerdo de la colina y Tobías... esto era tan distinto porque... yo si sentía algo por Cristóbal y por Tobías… lo que habia sentido por Tobías era un recuerdo vago. Pero ¿qué pasaría si nos correspondemos?, ¿si él me quiere tanto como yo lo quiero a él? Espera... ¿yo lo quiero a él? Mi mente estaba echa un caos porque sabia que si dejaba que pasara algo con Cristóbal alguien iba a sufrir; Tobías.
-Yo... Cristóbal... yo también te quiero, pero no se si estoy enamorada de ti- confesé. Fueron casi las mismas palabras que le había soltado a Tobías con la misma confesión de parte del. Cristóbal me miro esperanzado y se acerco a mí, ya ni siquiera me importaba estar sentada en su departamento, solo me importaba que decisión tomaría yo. Él tomo mi rostro y lo acerco al suyo con suma lentitud, intentando dejarme a mi la posibilidad de decidir si queria o no. Recordé cuando Tobías me beso por primera vez y me dio un escalofrío. Cristóbal tenía su boca más cerca de la mía y recordé el primer almuerzo con él. Cuando por fin sus labios rozaron con los míos recordé la cara de Daniela... ¿de Daniela?....
Cristóbal me besó apasionadamente pero con ternura. La parte de mi mente que quería que esto no sucediera murió en el instante en el que sentí su piel calida contra la mía. Tome su cabeza y me aferre a él dándome cuenta que si... estaba enamorada de Cristóbal. Él me acerco él por la cintura y me susurro que me amaba. Recordé los besos de Tobías y no se podían comparar, me producían sensaciones totalmente distintas. Me estremecí cuando sentí sus manos debajo de mi polera aunque no me incomodaba. Estaba enamorada de Cristóbal sin retorno, sin salida, ninguna posibilidad de escapar a esto. Cuando el beso termino fue como si del cielo volviera a la tierra, pero a una mas linda de la que me fui. Mire fijamente a Cristóbal y él sonrió.
-Te amo- me dijo en un suspiro. Yo baje la vista y luego me arrepentí de haberlo hecho, necesitaba verlo y necesitaba del como nunca. En toda esta fastidiosa vida no me había sentido tan plena, tan llena que pensé que iba a romperme. Olvide que estaba condenada a vivir una especie de deja vú para lo que durara mi existencia.
-Te amo- respondí recalcando cada silaba de las dos palabras mas importantes que había dicho en mi vida...
Cristóbal me miraba como si necesitara mirarme, pero lo entendía porque yo estaba en la misma situación. Nos paramos y nos fuimos al supermercado abrazados, sentía que estaba tan feliz...
Pero de camino sentía como algo dentro de mi me día que si había sentido algo parecido e incluso mucho mas intenso… Algo más fuerte que lo que algún día sentiría por Cristóbal.

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